Te conocí por medio de la música. Siempre nos hemos rodeado de ella, hasta hemos compartido las mismas luces, las mismas miradas, el mismo escenario. Seguramente nuestros caminos se cruzaron muchas veces antes, pero nunca llegamos a coincidir hasta ese pequeño e íntimo concierto donde por azares del destino te me acercaste al final y te pregunté si iba a haber fiesta.
Me agradaste mucho, pocas veces un hombre me pone tanta atención como tú lo hiciste, y la plática fluyó como río. Te ganaste mi confianza en poco tiempo, de pronto ya me veía contándote mis más obscuros secretos, mis frustraciones, mis sueños también.
No era un secreto entre ambos que tú tenías intereses amorosos por mí, sin embargo era una verdad que disfrazábamos de insinuaciones, juegos de palabras, y me permití hablar de más algunas veces. He de aceptar que por un momento pensé en un nosotros. En un giro radical. Mandar todo a la chingada y salir corriendo contigo.
Compartimos un momento inolvidable donde la música resonaba en cada centímetro de nuestras almas, la letra llegaba junto con el éxtasis de todos alrededor, todos coreábamos un himno. Éramos todo. Me tomaste de la mano y no me soltaste. Todo era perfecto, como si el acertijo se hubiera resuelto de repente.
No sé cómo, no sé cuando, o no… quizá si lo sé… "Después de la orgía", recordando mis clases de posmodernidad. Vivimos el momento tan intensamente que nos tiramos al vacío. Y nos rompimos todos los huesos. Sigo sin entender qué fue pero el roce de tu mano ya no tuvo el mismo efecto. Y entonces te vi, esperando las respuestas, mirándome con un signo de interrogación en la cara. Retador, directo, frío. Toda la calidez de las palabras, del entendimiento, se convirtió en un recelo que no termino de entender. Abre la ventana, necesito respirar...
Es difícil entender por qué actúo como lo hago, por qué sigo donde estoy. Hay días que no me soporto, me odio de más. Me juzgo, me humillo. Las voces en mi cabeza no me dejan en paz. Pero suficiente tengo conmigo y con ellas. No te necesito, no necesito tu aprobación ni darte gusto con mis acciones.
Lo siento, pero así no. Conmigo no.
My Wonderland
We're All Mad Here
Saturday, October 18, 2014
Wednesday, April 30, 2014
Te vi
Llegué sola al bar. Ni un alma me acompañaba, sólo una borrachera inclemente y mucha, mucha sed.
Pedí un whisky, al bartender se le pasó la mano, qué importa, igual ya estoy muy mareada. Mis ojos buscaban entre la multitud caras conocidas. Reconocí a algunas, saludé a otras. Otras me reconocieron pero yo no a ellas. Segundo whisky, escuchando a este tipo del cual iba literalmente adivinando lo que decía pues la música y mi borrachera impedían que entendiera más de la mitad. Hubo veces que sólo asentí y con suerte coincidía como una perfecta reacción a lo que iba diciendo.
Pero todo se canceló de pronto cuando te vi.
Brincabas, cantabas, abrazabas a todos a tu alrededor. Sonreías. Tus ojos se rasgaban más. Bebías cerveza, ibas de un lado a otro. Y yo no podía dejar de mirarte.
Fue entonces cuando me enganché. Sabía que no podía dejar ese lugar sin tener un nombre, un correo, un teléfono. Algo. Algo de ti. Y entonces la idea me invadió por completo, no podía dejar de pensarlo. Te quedaste solo por un momento, estuve a punto de acercarme, pero entonces una chica rubia se acercó a ti.
Bailaron. Juntos, separados. Volvías a ella. Y entonces yo, sin pensarlo, me rompía en mil pedacitos. Mi absurdo plan, mi único plan y objetivo en la vida en esos momentos se veía truncado. ¿Me iba a ir… así? Odiándome por siempre por no haber hecho el ridículo pero siquiera haberlo intentado?
Entonces me aproximé a donde estaba tu grupo. Daño colateral, pensé. Me acerqué y uno de los chicos con los que ibas encontró su mirada con la mía. Fue inmediato, comenzamos a platicar casi a gritos. Eran casi las 4 de la mañana y sólo necesitaba ese recuerdo tuyo para irme en paz. No había tiempo que perder, así que fui directamente al punto. "Tu amigo, ¿viene acompañado? ¿Ella es su novia?" Negó con la cabeza, sonriendo. "Es más, ¡espera!" Y rápidamente te jaló hacia mi.
Ahora sí… ¿qué tanto planeabas? ¿Cuál era tu estrategia? Ya lo tienes al lado y no puedes más que sentir que una pequeña carga de electricidad corre por tu cuerpo. La plática, atropellada, quizá forzada. Me abrazaste una vez. Como a tus amigos. Después otra vez, y otra vez. Me hubiera gustado sumarlas y entonces tener un abrazo largo.
Ya me tengo que ir. Dame ese recuerdo por favor. Aunque no te vuelva a ver.
Aunque no te guste ni te fijes en mi entre la multitud.
Déjame perpetuar tu imagen cuando quiera volver a esa noche. Aunque sea un ratito, de lejos.
Pedí un whisky, al bartender se le pasó la mano, qué importa, igual ya estoy muy mareada. Mis ojos buscaban entre la multitud caras conocidas. Reconocí a algunas, saludé a otras. Otras me reconocieron pero yo no a ellas. Segundo whisky, escuchando a este tipo del cual iba literalmente adivinando lo que decía pues la música y mi borrachera impedían que entendiera más de la mitad. Hubo veces que sólo asentí y con suerte coincidía como una perfecta reacción a lo que iba diciendo.
Pero todo se canceló de pronto cuando te vi.
Brincabas, cantabas, abrazabas a todos a tu alrededor. Sonreías. Tus ojos se rasgaban más. Bebías cerveza, ibas de un lado a otro. Y yo no podía dejar de mirarte.
Fue entonces cuando me enganché. Sabía que no podía dejar ese lugar sin tener un nombre, un correo, un teléfono. Algo. Algo de ti. Y entonces la idea me invadió por completo, no podía dejar de pensarlo. Te quedaste solo por un momento, estuve a punto de acercarme, pero entonces una chica rubia se acercó a ti.
Bailaron. Juntos, separados. Volvías a ella. Y entonces yo, sin pensarlo, me rompía en mil pedacitos. Mi absurdo plan, mi único plan y objetivo en la vida en esos momentos se veía truncado. ¿Me iba a ir… así? Odiándome por siempre por no haber hecho el ridículo pero siquiera haberlo intentado?
Entonces me aproximé a donde estaba tu grupo. Daño colateral, pensé. Me acerqué y uno de los chicos con los que ibas encontró su mirada con la mía. Fue inmediato, comenzamos a platicar casi a gritos. Eran casi las 4 de la mañana y sólo necesitaba ese recuerdo tuyo para irme en paz. No había tiempo que perder, así que fui directamente al punto. "Tu amigo, ¿viene acompañado? ¿Ella es su novia?" Negó con la cabeza, sonriendo. "Es más, ¡espera!" Y rápidamente te jaló hacia mi.
Ahora sí… ¿qué tanto planeabas? ¿Cuál era tu estrategia? Ya lo tienes al lado y no puedes más que sentir que una pequeña carga de electricidad corre por tu cuerpo. La plática, atropellada, quizá forzada. Me abrazaste una vez. Como a tus amigos. Después otra vez, y otra vez. Me hubiera gustado sumarlas y entonces tener un abrazo largo.
Ya me tengo que ir. Dame ese recuerdo por favor. Aunque no te vuelva a ver.
Aunque no te guste ni te fijes en mi entre la multitud.
Déjame perpetuar tu imagen cuando quiera volver a esa noche. Aunque sea un ratito, de lejos.
Tuesday, October 29, 2013
No estoy lista aún.
A mi enemiga,
Quiero decirte que eres una puta.
Que por tu pinche culpa todo lo que era mi mundo se derrumba en pedacitos, sin que yo pueda hacer nada.
Todo por andar de calientahuevos, por andar de cabrona, por tu estúpida necesidad de que alguien se interese por ti, (¿nunca es suficiente no?), por tu pinche inseguridad... por venir a joder todo donde nadie te llamó...
Te odio con todo mi ser, y ruega porque nunca nos encontremos de frente... porque no sólo serán mis palabras las que te hieran.
Necesitabas meterte precisamente con mi hogar, con mi familia. Miro atrás y me doy cuenta cómo la bola de nieve comenzó con tus acciones.
Ahora sólo me encuentro frustrada, lloro todo el tiempo, deshago tu imagen y te escupo en la cara sin que lo sepas. Lo malo: soy demasiado cobarde como para ir a buscarte y cobrármelas todas.
Maldita seas, ojalá alguien te rompa la vida como tú lo hiciste con la mía. Ojalá un día te des cuenta de las consecuencias que tuvieron tus pendejadas.
Quiero decirte que eres una puta.
Que por tu pinche culpa todo lo que era mi mundo se derrumba en pedacitos, sin que yo pueda hacer nada.
Todo por andar de calientahuevos, por andar de cabrona, por tu estúpida necesidad de que alguien se interese por ti, (¿nunca es suficiente no?), por tu pinche inseguridad... por venir a joder todo donde nadie te llamó...
Te odio con todo mi ser, y ruega porque nunca nos encontremos de frente... porque no sólo serán mis palabras las que te hieran.
Necesitabas meterte precisamente con mi hogar, con mi familia. Miro atrás y me doy cuenta cómo la bola de nieve comenzó con tus acciones.
Ahora sólo me encuentro frustrada, lloro todo el tiempo, deshago tu imagen y te escupo en la cara sin que lo sepas. Lo malo: soy demasiado cobarde como para ir a buscarte y cobrármelas todas.
Maldita seas, ojalá alguien te rompa la vida como tú lo hiciste con la mía. Ojalá un día te des cuenta de las consecuencias que tuvieron tus pendejadas.
Saturday, September 21, 2013
Algo viejo pero trascendental... todo es trascendental.
Y ahora sin pensarlo estoy en un cuarto con ese hombre que me miraba a lo lejos en el bar, me abrumaba con su tristeza y decadencia, está solo. Estoy frente a él y sus ojos me incitan a hacer algo de lo cual podría arrepentirme después. Pero a pesar de todo lo grisáceo, de toda la decidia y de la espera, sus ojos tienen una luz especial que me traspasa. No sé si él es para mi, no sé si soy para él. Pero hoy, sólo por hoy, somos nosotros dos. Me mira y trato de no ceder ante el temblor de mis rodillas, me mira y se me apetece poner el mundo de cabeza. No entiendo qué pasa pero algo adentro revuelve mi ser. Algo está pasando.
Sucede y no puedo dejar de mirarlo, no puedo concebir que mis manos recorren el camino de mis tormentos pasados. Me besa y lo beso, me entrego en cada aliento, su sudor sacia mi sed de amor, me aferro a su cabello como si al asirme me librara del vértigo. Y es desde aquella noche, que recordé que esta vida no es inerte.
Sucede y no puedo dejar de mirarlo, no puedo concebir que mis manos recorren el camino de mis tormentos pasados. Me besa y lo beso, me entrego en cada aliento, su sudor sacia mi sed de amor, me aferro a su cabello como si al asirme me librara del vértigo. Y es desde aquella noche, que recordé que esta vida no es inerte.
Saturday, August 17, 2013
Viernes.
Estoy ansiosa, ya hice lo que tenía que hacer en el día, ya podría terminarme esta cena solitaria e ir directo a la cama.
Viernes, me repito a mi misma, no tengo dinero para ir a parrandear por ahí. De todos modos, ¿a dónde iría? No salgo sola, ya no.
Y es entonces cuando la idea del único plan que tenía para este fin de semana revolotea en mi cabeza. La fiesta de A... donde seguramente irá B, con su nuevo novio. B que tanto me odia, que le carcomen las entrañas saber de mi tal y como me sucede cuando pienso en Z. Pobre, siempre tratando de saber más, de querer saberlo todo, absolutamente todo. ¿Dónde estuvo C? ¿Durmió en casa de su amigo tal y como se lo dijo o pasó una noche de copas conmigo y un par más donde casi escapamos a Acapulco dentro de nuestra borrachera? ¿Amaneció a mi lado, confuso, destruído, fumó un porro más y tras una pálida de miedo lo llevaron a su casa con excusas tontas?
Pobre B, somos tan opuestas pero en el fondo tan iguales. Soy como fuiste tú. Tan insegura, tan crédula, tan cabrona al final... Y si voy, me verás con desdén, me barrerás con la mirada, pero no me dirás nada de frente, de eso estoy segura. Quizá le dirás algo a tu novio el nuevo, o quizá te reirás con tu prima D a la que tampoco le caigo bien. Se burlarán de mi, de mi ropa, de mi aspecto, de mi pelo y de mi ropa wannabe.
Y entonces no sabré que hacer, quizá salude a B como alguna vez lo hice, o quizá ésta vez ya no me atreva. Pobre B, desde esa vez que me miró mal yo ya le había echado el ojo a C. Y aunque esa noche no estuvo conmigo ni me platicó, se quedaron en mi memoria esos minutos donde se me acercó y fue el único que me preguntó "¿Cómo estás?" Como si fuésemos grandes amigos, viejos amigos que gustan de verse de nuevo después de años, cuando sólo nos habíamos visto una vez. Una puta vez, y fue el único que entendió que en ese instante el nido de serpientes me comía viva.
B lo llamó enojada, ardiendo: "C, ya me voy... ¿te vas o te quedas?". Interrumpimos la plática y me dijo que iba a lograr la manera de quedarse para convivir. Y así fue, pero ya no interactuamos más. Hasta un par de años después.
Pobre B, ¿cuánto sufrimiento te pude causar? ¿Te temblaron las manos como a mí cuando tomé el celular de Y para revisarle los mensajes? Buscando las respuestas, clic clic clic y ya llegaste. Mensajes, llamadas, lo sabías todo. Todo.
Perdóname B, en verdad fui y creo que sigo siengo una hija de puta. No me arrepiento de nada. Como sé que Y jamás se arrepentirá de lo que pasó con Z. ¿Karma? Seguramente, pero somos tantos en el mundo... ¿cómo no iba a coincidir con C? Su mirada, sus rizos sobre la cara. La sonrisa amplia, confiable. ¡Y la plática, carajo! Esa maldita plática que te deja embelesada, que hay tanto y tanto de qué hablar. Tantas teorías conspiracionales, tanta física, tanto folk, tantos lugares abandonados en el mundo, las paradojas, la bioluminiscencia del mar... Tantos mundos por descubrir, por Dios, B... ¿cómo pensabas que sólo tus ojos iban a estar puestos en él? Y como yo hay otras, S por ejemplo, que sé que aún ahora daría lo que fuera por pasar una noche a su lado.
No voy a ir a la fiesta, B. No me quiero encontrar con tu mirada, no quiero ese momento. Y menos para voltear y ver a F con su nueva novia también. F también tuvo su oportunidad de romperme el corazón también. Y me acuerdo de G. Fue a una tocada mía y no me saludó. En ese momento se hacía llamar "amiga" de F. Pero no... ella ya le había puesto los ojos también. Pero fue paciente y esperó. Esperó como dice Radiohead y obtuvo su oportunidad sin necesidad de competir. Sin fallar. Sin jugar sucio. No como C y yo.
Es viernes, no tengo un puto peso, podría ir a la fiesta y beber de lo que los primos de A me conviden, puedo saludar a H, I a J si es que va... pero no puedo, estoy sola ahora, ¿para qué exhibirse? No tengo armas, ni siquiera C me quiere hablar. No puedo competir contra el mundo, el mundo que yo misma me encargué de desmoronar... por irrespetuosa, porque sí.
Viernes, me repito a mi misma, no tengo dinero para ir a parrandear por ahí. De todos modos, ¿a dónde iría? No salgo sola, ya no.
Y es entonces cuando la idea del único plan que tenía para este fin de semana revolotea en mi cabeza. La fiesta de A... donde seguramente irá B, con su nuevo novio. B que tanto me odia, que le carcomen las entrañas saber de mi tal y como me sucede cuando pienso en Z. Pobre, siempre tratando de saber más, de querer saberlo todo, absolutamente todo. ¿Dónde estuvo C? ¿Durmió en casa de su amigo tal y como se lo dijo o pasó una noche de copas conmigo y un par más donde casi escapamos a Acapulco dentro de nuestra borrachera? ¿Amaneció a mi lado, confuso, destruído, fumó un porro más y tras una pálida de miedo lo llevaron a su casa con excusas tontas?
Pobre B, somos tan opuestas pero en el fondo tan iguales. Soy como fuiste tú. Tan insegura, tan crédula, tan cabrona al final... Y si voy, me verás con desdén, me barrerás con la mirada, pero no me dirás nada de frente, de eso estoy segura. Quizá le dirás algo a tu novio el nuevo, o quizá te reirás con tu prima D a la que tampoco le caigo bien. Se burlarán de mi, de mi ropa, de mi aspecto, de mi pelo y de mi ropa wannabe.
Y entonces no sabré que hacer, quizá salude a B como alguna vez lo hice, o quizá ésta vez ya no me atreva. Pobre B, desde esa vez que me miró mal yo ya le había echado el ojo a C. Y aunque esa noche no estuvo conmigo ni me platicó, se quedaron en mi memoria esos minutos donde se me acercó y fue el único que me preguntó "¿Cómo estás?" Como si fuésemos grandes amigos, viejos amigos que gustan de verse de nuevo después de años, cuando sólo nos habíamos visto una vez. Una puta vez, y fue el único que entendió que en ese instante el nido de serpientes me comía viva.
B lo llamó enojada, ardiendo: "C, ya me voy... ¿te vas o te quedas?". Interrumpimos la plática y me dijo que iba a lograr la manera de quedarse para convivir. Y así fue, pero ya no interactuamos más. Hasta un par de años después.
Pobre B, ¿cuánto sufrimiento te pude causar? ¿Te temblaron las manos como a mí cuando tomé el celular de Y para revisarle los mensajes? Buscando las respuestas, clic clic clic y ya llegaste. Mensajes, llamadas, lo sabías todo. Todo.
Perdóname B, en verdad fui y creo que sigo siengo una hija de puta. No me arrepiento de nada. Como sé que Y jamás se arrepentirá de lo que pasó con Z. ¿Karma? Seguramente, pero somos tantos en el mundo... ¿cómo no iba a coincidir con C? Su mirada, sus rizos sobre la cara. La sonrisa amplia, confiable. ¡Y la plática, carajo! Esa maldita plática que te deja embelesada, que hay tanto y tanto de qué hablar. Tantas teorías conspiracionales, tanta física, tanto folk, tantos lugares abandonados en el mundo, las paradojas, la bioluminiscencia del mar... Tantos mundos por descubrir, por Dios, B... ¿cómo pensabas que sólo tus ojos iban a estar puestos en él? Y como yo hay otras, S por ejemplo, que sé que aún ahora daría lo que fuera por pasar una noche a su lado.
No voy a ir a la fiesta, B. No me quiero encontrar con tu mirada, no quiero ese momento. Y menos para voltear y ver a F con su nueva novia también. F también tuvo su oportunidad de romperme el corazón también. Y me acuerdo de G. Fue a una tocada mía y no me saludó. En ese momento se hacía llamar "amiga" de F. Pero no... ella ya le había puesto los ojos también. Pero fue paciente y esperó. Esperó como dice Radiohead y obtuvo su oportunidad sin necesidad de competir. Sin fallar. Sin jugar sucio. No como C y yo.
Es viernes, no tengo un puto peso, podría ir a la fiesta y beber de lo que los primos de A me conviden, puedo saludar a H, I a J si es que va... pero no puedo, estoy sola ahora, ¿para qué exhibirse? No tengo armas, ni siquiera C me quiere hablar. No puedo competir contra el mundo, el mundo que yo misma me encargué de desmoronar... por irrespetuosa, porque sí.
Wednesday, July 10, 2013
Dormir.
¿Cómo se va a dormir uno?
¿Cómo recostar la cabeza en la almohada, poner la mente en blanco, cerrar los ojos y soñar?
¿Cómo lograr la paz de espíritu para saber que se puede retirar por varias horas y que el mundo no se desmoronará en tu ausencia?
¿Cómo no tener fuego en el estómago, ante la incertidumbre?
De pronto lo que piensas ya no es real, no existe, se esfumó. Por más que te talles los ojos, parpadees, te pellizques, no, ya no está. Se desvanece lentamente, no entiendes, te preguntas, reclamas. Pero nadie te escucha. Lloras, ¿por qué me lo quitan? ¿a dónde se fue? ¿cómo fue que lo perdí?
El cuento de nunca acabar. A veces estar dispuesto a todo tiene sus contras: abrumas, estorbas, confundes. Y aún teniendo tu vida en sus manos decide ponerle pausa a todo, no sabe, quiere estar seguro. ¿Seguro de qué? Después de tanto, replantearse las cosas es una falta de respeto, no hay más. No es el odio el enemigo del amor, es la duda.
Y es cuando quisieras dudar también, tener la decisión en tus manos porque de cualquier forma ganas. Pero no, toca sentar y esperar, o retirarse a la fuerza, pero saber que existe la posibilidad de perderlo todo.
Es un limbo, falta media para las tres de la mañana, y los pensamientos te acechan, te persiguen y no te dejan. Se burlan, te juzgan, te cuestionan, y de pronto... te hacen dudar también.
¿Cómo recostar la cabeza en la almohada, poner la mente en blanco, cerrar los ojos y soñar?
¿Cómo lograr la paz de espíritu para saber que se puede retirar por varias horas y que el mundo no se desmoronará en tu ausencia?
¿Cómo no tener fuego en el estómago, ante la incertidumbre?
De pronto lo que piensas ya no es real, no existe, se esfumó. Por más que te talles los ojos, parpadees, te pellizques, no, ya no está. Se desvanece lentamente, no entiendes, te preguntas, reclamas. Pero nadie te escucha. Lloras, ¿por qué me lo quitan? ¿a dónde se fue? ¿cómo fue que lo perdí?
El cuento de nunca acabar. A veces estar dispuesto a todo tiene sus contras: abrumas, estorbas, confundes. Y aún teniendo tu vida en sus manos decide ponerle pausa a todo, no sabe, quiere estar seguro. ¿Seguro de qué? Después de tanto, replantearse las cosas es una falta de respeto, no hay más. No es el odio el enemigo del amor, es la duda.
Y es cuando quisieras dudar también, tener la decisión en tus manos porque de cualquier forma ganas. Pero no, toca sentar y esperar, o retirarse a la fuerza, pero saber que existe la posibilidad de perderlo todo.
Es un limbo, falta media para las tres de la mañana, y los pensamientos te acechan, te persiguen y no te dejan. Se burlan, te juzgan, te cuestionan, y de pronto... te hacen dudar también.
Tuesday, September 18, 2012
Pablo
Lo conocí por skype. Por más estúpido e irreverente que suene, así fue, estuve buscando gente random con quién tontear en la madrugada mientras bebía con un amigo y lo encontré. Realmente estábamos buscando burlar a alguien, emocionarlo con la camarita, incluso pensamos en hacer que se desnudara y después desencantarlo. Pero buscando entre la lista su nombre me llamó la atención, por encima de los "Juanes" "Albertos" "Carlos", etc. Era ese "Pablo" que me llamó a saludarlo. Le mandé request, y me aceptó inmediatamente.
Yo no puse la cámara porque siempre me ha dado pena que me vean online, encima no quería que se enterara que estaba tonteando con mi amigo, pero él se mostró, sonriente, sin playera. Si, muy atractivo, y fue cuando aparté la computadora sólo para mi... Mi amigo se fue. Nos quedamos platicando, conectamos rápidamente, pues tenía una manera de platicar muy amena... Todavía un par de días después seguimos platicando pero él quería llevar esa convivencia al siguiente nivel. Así que quedamos de vernos un jueves o martes, no recuerdo bien, en una plaza.
Ese día me fue a dejar una amiga con las advertencias de siempre: "Si notas algo raro, corre y llámame enseguida." Pero yo tenía un buen presentimiento. Nos encontramos, nervios, todo fue confuso. Me preguntó si quería ir al cine, pero terminamos yendo a su casa. Me da risa porque creo que esa resolución la tomamos a los 5 minutos de haber cruzado palabras.
Su lugar era extraño, estaba muy cerca de donde nos encontramos en la parte de arriba de una casa vieja, ahora no recuerdo ni la zona pero tenía una linda vista. El sol caía sin reservas, todavía era de tarde y empezamos a platicar con viveza. Sus anécdotas me atraparon, y es cierto que mi memoria no sostiene casi nada en específico, pero yo estaba embelesada con él, creyéndomela. Después fumamos con celulosa, una experiencia nueva para mi. Nos sentamos turnándonos el porro mientras mirábamos el atardecer. Un lindo cuadro, ¿no?
Nos tiramos en la cama a ver el techo. Había unas grietas extrañas y la humedad había hecho que una buena parte se desprendiera, formando figuras. Pablo las miraba y me dijo que era un mapa. Me describió los continentes, algunos países... volteé a verlo, su sonrisa me dio ternura. Éramos dos niños pachecos encontrando la belleza de la distribución geográfica. Habló de los países y no estoy segura, pero creo que mencionó la canción de los países de Animaniacs.
Después puso la película, "Soy Cuba". Las imágenes en blanco y negro comenzaron, montaje extraño, la música presente, movimientos bruscos y saturación de todo. Inmediatamente recordé a Fellini, que traía muy presente por esas épocas, y pensé en ponerme a hacer comentarios atinados sobre el lenguaje cinematográfico, pero nada importó cuando sus labios comenzaron a arrinconarme. Todo eso fue muy extraño, nos besamos, la película seguía moviéndose y nosotros también. Para éste punto la noche ya había llegado. Nos besamos y a pesar de que yo no creía nada de lo que estábamos haciendo, es decir, de llegar al punto en el que nos encontrábamos, nada importó. Mi celular sonaba, mis amigos me esperaban para una fiesta a la que irían todos. Pero qué carajos, estaba con el hombre más extraño bajo la situación más extraña mientras nos iluminaba el flicker de una película aún más extraña. Mientras lo hacíamos las perlas de sudor mojaban mi alma. "Nunca había sudado así..." dijo apenado. Mi celular siguió sonando, lo apagué y me pidió que me quedara con él. Todo iba como las leyes naturales nos iban dictando.
Desperté y encontrarme con un frío extraño me dio una sensación de inseguridad, todavía estaba sin creer lo que había sucedido. Pablo abrió los ojos y me regaló su sonrisa. Me acompañó al metro, me prometió que me llamaría. Vi su sonrisa por última vez perderse entre la multitud.
A éstas alturas el lector podría pensar en una linda historia que nace, pero nada de eso, fuimos dos completos desconocidos que jugamos un juego donde ambos conocíamos el desenlace. Los dos ganamos, o quizá no...
Por supuesto que después me enteré que tenía una novia rubia en Budapest que lo esperaba unos días después para pasar el verano juntos.
Yo no puse la cámara porque siempre me ha dado pena que me vean online, encima no quería que se enterara que estaba tonteando con mi amigo, pero él se mostró, sonriente, sin playera. Si, muy atractivo, y fue cuando aparté la computadora sólo para mi... Mi amigo se fue. Nos quedamos platicando, conectamos rápidamente, pues tenía una manera de platicar muy amena... Todavía un par de días después seguimos platicando pero él quería llevar esa convivencia al siguiente nivel. Así que quedamos de vernos un jueves o martes, no recuerdo bien, en una plaza.
Ese día me fue a dejar una amiga con las advertencias de siempre: "Si notas algo raro, corre y llámame enseguida." Pero yo tenía un buen presentimiento. Nos encontramos, nervios, todo fue confuso. Me preguntó si quería ir al cine, pero terminamos yendo a su casa. Me da risa porque creo que esa resolución la tomamos a los 5 minutos de haber cruzado palabras.
Su lugar era extraño, estaba muy cerca de donde nos encontramos en la parte de arriba de una casa vieja, ahora no recuerdo ni la zona pero tenía una linda vista. El sol caía sin reservas, todavía era de tarde y empezamos a platicar con viveza. Sus anécdotas me atraparon, y es cierto que mi memoria no sostiene casi nada en específico, pero yo estaba embelesada con él, creyéndomela. Después fumamos con celulosa, una experiencia nueva para mi. Nos sentamos turnándonos el porro mientras mirábamos el atardecer. Un lindo cuadro, ¿no?
Nos tiramos en la cama a ver el techo. Había unas grietas extrañas y la humedad había hecho que una buena parte se desprendiera, formando figuras. Pablo las miraba y me dijo que era un mapa. Me describió los continentes, algunos países... volteé a verlo, su sonrisa me dio ternura. Éramos dos niños pachecos encontrando la belleza de la distribución geográfica. Habló de los países y no estoy segura, pero creo que mencionó la canción de los países de Animaniacs.
Después puso la película, "Soy Cuba". Las imágenes en blanco y negro comenzaron, montaje extraño, la música presente, movimientos bruscos y saturación de todo. Inmediatamente recordé a Fellini, que traía muy presente por esas épocas, y pensé en ponerme a hacer comentarios atinados sobre el lenguaje cinematográfico, pero nada importó cuando sus labios comenzaron a arrinconarme. Todo eso fue muy extraño, nos besamos, la película seguía moviéndose y nosotros también. Para éste punto la noche ya había llegado. Nos besamos y a pesar de que yo no creía nada de lo que estábamos haciendo, es decir, de llegar al punto en el que nos encontrábamos, nada importó. Mi celular sonaba, mis amigos me esperaban para una fiesta a la que irían todos. Pero qué carajos, estaba con el hombre más extraño bajo la situación más extraña mientras nos iluminaba el flicker de una película aún más extraña. Mientras lo hacíamos las perlas de sudor mojaban mi alma. "Nunca había sudado así..." dijo apenado. Mi celular siguió sonando, lo apagué y me pidió que me quedara con él. Todo iba como las leyes naturales nos iban dictando.
Desperté y encontrarme con un frío extraño me dio una sensación de inseguridad, todavía estaba sin creer lo que había sucedido. Pablo abrió los ojos y me regaló su sonrisa. Me acompañó al metro, me prometió que me llamaría. Vi su sonrisa por última vez perderse entre la multitud.
A éstas alturas el lector podría pensar en una linda historia que nace, pero nada de eso, fuimos dos completos desconocidos que jugamos un juego donde ambos conocíamos el desenlace. Los dos ganamos, o quizá no...
Por supuesto que después me enteré que tenía una novia rubia en Budapest que lo esperaba unos días después para pasar el verano juntos.
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