A mi enemiga,
Quiero decirte que eres una puta.
Que por tu pinche culpa todo lo que era mi mundo se derrumba en pedacitos, sin que yo pueda hacer nada.
Todo por andar de calientahuevos, por andar de cabrona, por tu estúpida necesidad de que alguien se interese por ti, (¿nunca es suficiente no?), por tu pinche inseguridad... por venir a joder todo donde nadie te llamó...
Te odio con todo mi ser, y ruega porque nunca nos encontremos de frente... porque no sólo serán mis palabras las que te hieran.
Necesitabas meterte precisamente con mi hogar, con mi familia. Miro atrás y me doy cuenta cómo la bola de nieve comenzó con tus acciones.
Ahora sólo me encuentro frustrada, lloro todo el tiempo, deshago tu imagen y te escupo en la cara sin que lo sepas. Lo malo: soy demasiado cobarde como para ir a buscarte y cobrármelas todas.
Maldita seas, ojalá alguien te rompa la vida como tú lo hiciste con la mía. Ojalá un día te des cuenta de las consecuencias que tuvieron tus pendejadas.
Tuesday, October 29, 2013
Saturday, September 21, 2013
Algo viejo pero trascendental... todo es trascendental.
Y ahora sin pensarlo estoy en un cuarto con ese hombre que me miraba a lo lejos en el bar, me abrumaba con su tristeza y decadencia, está solo. Estoy frente a él y sus ojos me incitan a hacer algo de lo cual podría arrepentirme después. Pero a pesar de todo lo grisáceo, de toda la decidia y de la espera, sus ojos tienen una luz especial que me traspasa. No sé si él es para mi, no sé si soy para él. Pero hoy, sólo por hoy, somos nosotros dos. Me mira y trato de no ceder ante el temblor de mis rodillas, me mira y se me apetece poner el mundo de cabeza. No entiendo qué pasa pero algo adentro revuelve mi ser. Algo está pasando.
Sucede y no puedo dejar de mirarlo, no puedo concebir que mis manos recorren el camino de mis tormentos pasados. Me besa y lo beso, me entrego en cada aliento, su sudor sacia mi sed de amor, me aferro a su cabello como si al asirme me librara del vértigo. Y es desde aquella noche, que recordé que esta vida no es inerte.
Sucede y no puedo dejar de mirarlo, no puedo concebir que mis manos recorren el camino de mis tormentos pasados. Me besa y lo beso, me entrego en cada aliento, su sudor sacia mi sed de amor, me aferro a su cabello como si al asirme me librara del vértigo. Y es desde aquella noche, que recordé que esta vida no es inerte.
Saturday, August 17, 2013
Viernes.
Estoy ansiosa, ya hice lo que tenía que hacer en el día, ya podría terminarme esta cena solitaria e ir directo a la cama.
Viernes, me repito a mi misma, no tengo dinero para ir a parrandear por ahí. De todos modos, ¿a dónde iría? No salgo sola, ya no.
Y es entonces cuando la idea del único plan que tenía para este fin de semana revolotea en mi cabeza. La fiesta de A... donde seguramente irá B, con su nuevo novio. B que tanto me odia, que le carcomen las entrañas saber de mi tal y como me sucede cuando pienso en Z. Pobre, siempre tratando de saber más, de querer saberlo todo, absolutamente todo. ¿Dónde estuvo C? ¿Durmió en casa de su amigo tal y como se lo dijo o pasó una noche de copas conmigo y un par más donde casi escapamos a Acapulco dentro de nuestra borrachera? ¿Amaneció a mi lado, confuso, destruído, fumó un porro más y tras una pálida de miedo lo llevaron a su casa con excusas tontas?
Pobre B, somos tan opuestas pero en el fondo tan iguales. Soy como fuiste tú. Tan insegura, tan crédula, tan cabrona al final... Y si voy, me verás con desdén, me barrerás con la mirada, pero no me dirás nada de frente, de eso estoy segura. Quizá le dirás algo a tu novio el nuevo, o quizá te reirás con tu prima D a la que tampoco le caigo bien. Se burlarán de mi, de mi ropa, de mi aspecto, de mi pelo y de mi ropa wannabe.
Y entonces no sabré que hacer, quizá salude a B como alguna vez lo hice, o quizá ésta vez ya no me atreva. Pobre B, desde esa vez que me miró mal yo ya le había echado el ojo a C. Y aunque esa noche no estuvo conmigo ni me platicó, se quedaron en mi memoria esos minutos donde se me acercó y fue el único que me preguntó "¿Cómo estás?" Como si fuésemos grandes amigos, viejos amigos que gustan de verse de nuevo después de años, cuando sólo nos habíamos visto una vez. Una puta vez, y fue el único que entendió que en ese instante el nido de serpientes me comía viva.
B lo llamó enojada, ardiendo: "C, ya me voy... ¿te vas o te quedas?". Interrumpimos la plática y me dijo que iba a lograr la manera de quedarse para convivir. Y así fue, pero ya no interactuamos más. Hasta un par de años después.
Pobre B, ¿cuánto sufrimiento te pude causar? ¿Te temblaron las manos como a mí cuando tomé el celular de Y para revisarle los mensajes? Buscando las respuestas, clic clic clic y ya llegaste. Mensajes, llamadas, lo sabías todo. Todo.
Perdóname B, en verdad fui y creo que sigo siengo una hija de puta. No me arrepiento de nada. Como sé que Y jamás se arrepentirá de lo que pasó con Z. ¿Karma? Seguramente, pero somos tantos en el mundo... ¿cómo no iba a coincidir con C? Su mirada, sus rizos sobre la cara. La sonrisa amplia, confiable. ¡Y la plática, carajo! Esa maldita plática que te deja embelesada, que hay tanto y tanto de qué hablar. Tantas teorías conspiracionales, tanta física, tanto folk, tantos lugares abandonados en el mundo, las paradojas, la bioluminiscencia del mar... Tantos mundos por descubrir, por Dios, B... ¿cómo pensabas que sólo tus ojos iban a estar puestos en él? Y como yo hay otras, S por ejemplo, que sé que aún ahora daría lo que fuera por pasar una noche a su lado.
No voy a ir a la fiesta, B. No me quiero encontrar con tu mirada, no quiero ese momento. Y menos para voltear y ver a F con su nueva novia también. F también tuvo su oportunidad de romperme el corazón también. Y me acuerdo de G. Fue a una tocada mía y no me saludó. En ese momento se hacía llamar "amiga" de F. Pero no... ella ya le había puesto los ojos también. Pero fue paciente y esperó. Esperó como dice Radiohead y obtuvo su oportunidad sin necesidad de competir. Sin fallar. Sin jugar sucio. No como C y yo.
Es viernes, no tengo un puto peso, podría ir a la fiesta y beber de lo que los primos de A me conviden, puedo saludar a H, I a J si es que va... pero no puedo, estoy sola ahora, ¿para qué exhibirse? No tengo armas, ni siquiera C me quiere hablar. No puedo competir contra el mundo, el mundo que yo misma me encargué de desmoronar... por irrespetuosa, porque sí.
Viernes, me repito a mi misma, no tengo dinero para ir a parrandear por ahí. De todos modos, ¿a dónde iría? No salgo sola, ya no.
Y es entonces cuando la idea del único plan que tenía para este fin de semana revolotea en mi cabeza. La fiesta de A... donde seguramente irá B, con su nuevo novio. B que tanto me odia, que le carcomen las entrañas saber de mi tal y como me sucede cuando pienso en Z. Pobre, siempre tratando de saber más, de querer saberlo todo, absolutamente todo. ¿Dónde estuvo C? ¿Durmió en casa de su amigo tal y como se lo dijo o pasó una noche de copas conmigo y un par más donde casi escapamos a Acapulco dentro de nuestra borrachera? ¿Amaneció a mi lado, confuso, destruído, fumó un porro más y tras una pálida de miedo lo llevaron a su casa con excusas tontas?
Pobre B, somos tan opuestas pero en el fondo tan iguales. Soy como fuiste tú. Tan insegura, tan crédula, tan cabrona al final... Y si voy, me verás con desdén, me barrerás con la mirada, pero no me dirás nada de frente, de eso estoy segura. Quizá le dirás algo a tu novio el nuevo, o quizá te reirás con tu prima D a la que tampoco le caigo bien. Se burlarán de mi, de mi ropa, de mi aspecto, de mi pelo y de mi ropa wannabe.
Y entonces no sabré que hacer, quizá salude a B como alguna vez lo hice, o quizá ésta vez ya no me atreva. Pobre B, desde esa vez que me miró mal yo ya le había echado el ojo a C. Y aunque esa noche no estuvo conmigo ni me platicó, se quedaron en mi memoria esos minutos donde se me acercó y fue el único que me preguntó "¿Cómo estás?" Como si fuésemos grandes amigos, viejos amigos que gustan de verse de nuevo después de años, cuando sólo nos habíamos visto una vez. Una puta vez, y fue el único que entendió que en ese instante el nido de serpientes me comía viva.
B lo llamó enojada, ardiendo: "C, ya me voy... ¿te vas o te quedas?". Interrumpimos la plática y me dijo que iba a lograr la manera de quedarse para convivir. Y así fue, pero ya no interactuamos más. Hasta un par de años después.
Pobre B, ¿cuánto sufrimiento te pude causar? ¿Te temblaron las manos como a mí cuando tomé el celular de Y para revisarle los mensajes? Buscando las respuestas, clic clic clic y ya llegaste. Mensajes, llamadas, lo sabías todo. Todo.
Perdóname B, en verdad fui y creo que sigo siengo una hija de puta. No me arrepiento de nada. Como sé que Y jamás se arrepentirá de lo que pasó con Z. ¿Karma? Seguramente, pero somos tantos en el mundo... ¿cómo no iba a coincidir con C? Su mirada, sus rizos sobre la cara. La sonrisa amplia, confiable. ¡Y la plática, carajo! Esa maldita plática que te deja embelesada, que hay tanto y tanto de qué hablar. Tantas teorías conspiracionales, tanta física, tanto folk, tantos lugares abandonados en el mundo, las paradojas, la bioluminiscencia del mar... Tantos mundos por descubrir, por Dios, B... ¿cómo pensabas que sólo tus ojos iban a estar puestos en él? Y como yo hay otras, S por ejemplo, que sé que aún ahora daría lo que fuera por pasar una noche a su lado.
No voy a ir a la fiesta, B. No me quiero encontrar con tu mirada, no quiero ese momento. Y menos para voltear y ver a F con su nueva novia también. F también tuvo su oportunidad de romperme el corazón también. Y me acuerdo de G. Fue a una tocada mía y no me saludó. En ese momento se hacía llamar "amiga" de F. Pero no... ella ya le había puesto los ojos también. Pero fue paciente y esperó. Esperó como dice Radiohead y obtuvo su oportunidad sin necesidad de competir. Sin fallar. Sin jugar sucio. No como C y yo.
Es viernes, no tengo un puto peso, podría ir a la fiesta y beber de lo que los primos de A me conviden, puedo saludar a H, I a J si es que va... pero no puedo, estoy sola ahora, ¿para qué exhibirse? No tengo armas, ni siquiera C me quiere hablar. No puedo competir contra el mundo, el mundo que yo misma me encargué de desmoronar... por irrespetuosa, porque sí.
Wednesday, July 10, 2013
Dormir.
¿Cómo se va a dormir uno?
¿Cómo recostar la cabeza en la almohada, poner la mente en blanco, cerrar los ojos y soñar?
¿Cómo lograr la paz de espíritu para saber que se puede retirar por varias horas y que el mundo no se desmoronará en tu ausencia?
¿Cómo no tener fuego en el estómago, ante la incertidumbre?
De pronto lo que piensas ya no es real, no existe, se esfumó. Por más que te talles los ojos, parpadees, te pellizques, no, ya no está. Se desvanece lentamente, no entiendes, te preguntas, reclamas. Pero nadie te escucha. Lloras, ¿por qué me lo quitan? ¿a dónde se fue? ¿cómo fue que lo perdí?
El cuento de nunca acabar. A veces estar dispuesto a todo tiene sus contras: abrumas, estorbas, confundes. Y aún teniendo tu vida en sus manos decide ponerle pausa a todo, no sabe, quiere estar seguro. ¿Seguro de qué? Después de tanto, replantearse las cosas es una falta de respeto, no hay más. No es el odio el enemigo del amor, es la duda.
Y es cuando quisieras dudar también, tener la decisión en tus manos porque de cualquier forma ganas. Pero no, toca sentar y esperar, o retirarse a la fuerza, pero saber que existe la posibilidad de perderlo todo.
Es un limbo, falta media para las tres de la mañana, y los pensamientos te acechan, te persiguen y no te dejan. Se burlan, te juzgan, te cuestionan, y de pronto... te hacen dudar también.
¿Cómo recostar la cabeza en la almohada, poner la mente en blanco, cerrar los ojos y soñar?
¿Cómo lograr la paz de espíritu para saber que se puede retirar por varias horas y que el mundo no se desmoronará en tu ausencia?
¿Cómo no tener fuego en el estómago, ante la incertidumbre?
De pronto lo que piensas ya no es real, no existe, se esfumó. Por más que te talles los ojos, parpadees, te pellizques, no, ya no está. Se desvanece lentamente, no entiendes, te preguntas, reclamas. Pero nadie te escucha. Lloras, ¿por qué me lo quitan? ¿a dónde se fue? ¿cómo fue que lo perdí?
El cuento de nunca acabar. A veces estar dispuesto a todo tiene sus contras: abrumas, estorbas, confundes. Y aún teniendo tu vida en sus manos decide ponerle pausa a todo, no sabe, quiere estar seguro. ¿Seguro de qué? Después de tanto, replantearse las cosas es una falta de respeto, no hay más. No es el odio el enemigo del amor, es la duda.
Y es cuando quisieras dudar también, tener la decisión en tus manos porque de cualquier forma ganas. Pero no, toca sentar y esperar, o retirarse a la fuerza, pero saber que existe la posibilidad de perderlo todo.
Es un limbo, falta media para las tres de la mañana, y los pensamientos te acechan, te persiguen y no te dejan. Se burlan, te juzgan, te cuestionan, y de pronto... te hacen dudar también.
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