El error

Wass it. Se encuentra en su cama, a las 2.45 am de un (ya) viernes 11 de septiembre de 2009.

Lleva quejándose amargamente desde hace un año del desamor, de las desdichas provocadas por personas que ni siquiera la toman en cuenta, que ignoran esa voz entrecortada por el auricular, ese llanto nocturno acompañado de pop noventero, ron, amigas y nostalgias vagabundas. Wass it, que no hace otra cosa más que decir que le va mal, que mejor se queda sola. Esa chica, que en este momento está escribiendo, ha tenido un momento de lucidez. Una epifanía.

Se dio cuenta que dentro de todo lo "malo" que puede ver, hay alguien por ahí, escribiendo a las mismas horas, en un tiempo y espacio paralelo, siguiendo esa cadena de nostalgia y añoranza. Se dio cuenta de la huella que puede dejar en alguien, que quizá ella no consideraba posible, después de casi 9 años, en aquellos tiempos donde usaba uniforme y bastaban un par de palabras para establecer un vínculo indestructible.

Pero dentro de toda esta epifanía queda un dejo de tristeza y de decepción personal. Quizá en la cabeza de Wass it están cruzando toda clase de regrets posibles, pensando en que así como reprochó a aquél que la lastimó el hecho de no haber tenido siquiera una oportunidad de demostrar lo que tenía para dar, de mantener el vínculo, después de tanta entrega; hay otra persona pensando en ella. Y no precisamente en el sentido de amor de pareja, es algo más complejo aún. Se trata de la amistad sincera, que a través de detalles y vivencias que jamás olvidará, fueron forjando una conexión sin barreras. Quién sabe, quizá esa persona y Wass it miraban al mismo tiempo la Luna a través de sus ventanas.

Puedo asegurar que Wass it se siente arrepentida por haber ignorado esa voz que lanzó un grito al vacío, por haberse convertido en la viva imagen de aquellos que fueron responsables de sus desdichas.

Esta mujer tiene que aprender a abrir más los ojos.